La reciente discusión sobre la eliminación de subsidios y el impacto en la inflación plantea un dilema económico crucial. Es innegable que los subsidios a los combustibles representan una carga significativa para las finanzas públicas y distorsionan el mercado. Sin embargo, su eliminación no debe ignorar las repercusiones en la población más vulnerable.
Es fundamental reconocer que la inflación afecta a todos, pero golpea con mayor fuerza a aquellos con menores ingresos. El aumento en los precios de bienes básicos puede significar la diferencia entre la subsistencia y la precariedad para muchas familias. Por tanto, cualquier medida que afecte directamente el costo de vida debe ser implementada con cautela y consideración.
La gradual reducción de subsidios y la implementación de políticas compensatorias pueden ser la clave para lograr un equilibrio sostenible. Es necesario pensar en soluciones integrales que protejan a los sectores más vulnerables sin descuidar la estabilidad económica a largo plazo. La transparencia y la comunicación efectiva con la ciudadanía son elementos esenciales en este proceso.
En conclusión, la política económica debe buscar un balance entre la eficiencia fiscal y la equidad social. La eliminación de subsidios no debe ser vista como un fin en sí mismo, sino como parte de un enfoque integral que promueva un desarrollo inclusivo y sostenible para todos los ecuatorianos.
Santiago Paul Saraguro Jaramillo
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