El libro enfrenta su destino

A propósito del fallecimiento del escritor ecuatoriano Eliécer Cárdenas Espinosa; y la condecoración del gobierno nacional a Mario Vargas Llosa, “maestros de la palabra”, autores de varios libros que “nos enseñan a pensar y el pensar nos enseña a ser libres”, aumenta la preocupación sobre el destino del libro, el periódico y más publicaciones de papel, frente a los libros digitales.

Si consideramos que la tecnología avanza a ritmos gigantescos y que hoy ya no es necesario un libro en físico, sino un Kindle y con la velocidad del “smartphones” que ha alterado al mundo, el destino del libro impreso es grave. Se está muriendo lentamente, y con él muere una manera de ser y de entender el mundo.

Se ha dicho que los textos en papel, “serían desplazados poco a poco a los basureros de la historia por la tecnología del siglo XXI”. ¿Será por eso que las bibliotecas públicas ya no tienen la importancia de antes? ¿Y que a los representantes de las dignidades públicas no les interesa el destino del libro? Hace poco en esta ciudad cerraron una biblioteca y “regalaron” sus14 mil libros, para evitar echarlos al basurero.

Como los libros contienen palabras prisioneras que buscan ser libres con la lectura, el Ministerio de Cultura y Patrimonio lleva a cabo una encuesta en 23 provincias del país, con el propósito no solo de conocer cuántos ecuatorianos leen un libro, sino para obtener indicadores que permitan la construcción de políticas públicas que garanticen el ejercicio de los derechos culturales de los ecuatorianos.

Frente a una realidad donde reina ya la inteligencia artificial, surge la interrogante sobre el nuevo rol del libro de papel en el mundo virtual. Enfrentar su destino, en espera de que el autor y el lector no se ausenten como fatalmente podría suceder.

Adolfo Coronel Illescas