Ecuador vivió, el 6 de julio de 2015, uno de los momentos más significativos de su historia. Guayaquil se convirtió en el epicentro de la fe y la esperanza con la llegada del Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano.
Cerca de 600 mil personas, según datos oficiales, se congregaron en el Parque Samanes para participar en una misa campal que trascendió lo religioso, convirtiéndose en un símbolo de unidad nacional.
Familias enteras, jóvenes y adultos mayores caminaron bajo el sol, entre cánticos y oraciones, para ser parte de un evento que marcó un antes y un después en el país. Durante la misa, el Papa pronunció una frase que quedó grabada en la memoria colectiva: ‘El mejor vino está por venir’.
Texto y fotografías: Carlos Granda Cruz






