Dejemos de lado las etiquetas

Iniciamos el 2025, en un momento crucial de nuestra historia ecuatoriana, donde las esperanzas y los desafíos se entrelazan para formar el lienzo de nuestro futuro. Como cada inicio de ciclo, este es un tiempo de reflexión y acción, de pensar en el país que queremos construir y en los caminos que debemos recorrer juntos para alcanzarlo.

En un entorno donde el debate político parece ocupar cada espacio de nuestra cotidianeidad, es fundamental recordar que las diferencias no deben convertirse en muros infranqueables. Nuestro país se caracteriza por su diversidad y esa riqueza no solo está en sus paisajes, sino también en las voces de su gente. Desde las cumbres de los Andes hasta las orillas del Pacífico, desde la Amazonía hasta las Islas Galápagos, el Ecuador late con una energía que trasciende ideologías y posiciones políticas.

Ya hemos demostrado que la unidad es la fuerza motriz de nuestro progreso, y hoy que arrancamos con la primera semana laboral del 2025, esa verdad debe resonar con más urgencia que nunca. Reconstruir nuestro país no es solo una tarea gubernamental; es un llamado a cada ecuatoriano. Desde el/la docente en su salón de clase, hasta el agricultor en su parcela, desde el médico en su consultorio hasta el artista en su taller, todos tenemos un rol que desempeñar.

El mundo está cambiando a pasos agigantados y el Ecuador no puede quedarse atrás. La tecnología, la educación y la innovación deben ser nuestras aliadas para superar los desafíos económicos y sociales que enfrentamos. Pero también es crucial recuperar valores que nos han definido como pueblo: la solidaridad, la empatía y la resiliencia. Y es que, si bien en tiempos de polarización las pasiones puedan nublar nuestro juicio, debemos recordar que, más allá de las diferencias compartimos algo más profundo: el orgullo de ser ecuatorianos. Nuestro escudo, nuestra bandera, nuestros símbolos patrios no son solo emblemas sino recordatorios de que nuestra identidad es más fuerte que cualquier división. Hagamos del 2025 un año de reconciliación y construcción colectiva. Dejemos de lado las etiquetas que nos separan y enfoquémonos en los sueños que nos unen. La educación de nuestros hijos, la seguridad de nuestras familias, el cuidado de nuestra naturaleza y el fortalecimiento de nuestra economía son objetivos que deberían trascender cualquier color o bandera política.

Lucía Margarita Figueroa Robles

luma.figueroaro@gmail.com

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