¿Bajamos o seguimos?

Que el número de asambleístas baje de 151 a 71 para mejorar la “eficiencia en la administración pública”, pregunta el presidente Daniel Noboa en su consulta popular. Aunque una igual ya fue negada en otra consulta anterior hay insistencia, dando a entender que los 151 son malos y que los 71 serían buenos.

A lo mejor tenga razón si se está considerando la dinámica de las anteriores y de la actual Asamblea Nacional, que a pesar de la cantidad de asambleístas hay baja calidad. Se repiten los mismos errores, demandas, confrontaciones, camisetazos, opacidad, es decir no hay renovación. Sus integrantes como que no representan a quienes los eligieron sino a otros intereses. Caso particular los asambleístas por Loja, su inacción se suma al 20% de quienes no han tenido ninguna gestión en estos 100 días.

Hay criterios y opiniones sobre la conveniencia de bajar a 71 asambleístas, pero surge de inmediato una condición, que de ese número la mayoría sean al menos bachilleres, para evitar que la Asamblea sea un aula de clases donde jóvenes se ponen a dibujar o dormir, por la irresponsabilidad política de los partidos que les permiten ocupar una curul sin méritos.

Otra lectura animosa sostiene que la competencia o incompetencia de la Asamblea no es asunto del número de asambleístas sino del aseo moral del político y su estatura pública; de sus méritos y valores, entre ellos: capacidad, responsabilidad, laboriosidad, respeto, tolerancia y sobre todo honestidad, porque al parecer los políticos en su mayoría, no tienen idea de este valor, la honradez, que nace en el hogar, se cultiva en la niñez, juventud y adultez y nos acompaña hasta la vejez.

Nada fácil resulta entonces la respuesta a esta pregunta. ¿Bajamos a 71 o seguimos con el mismo número? Al reflexionar antes de decidir es hora de ir pensando en el número y el cómo deben ser los nuevos asambleístas.

Adolfo Coronel Illescas

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