Una sonrisa dibujada en el rostro de un paciente luego de escuchar las palabras sinceras del médico… tiene un valor extraordinario, el cual nos releva de cualquier narrativa, pues constituye, por sí sola, una recompensa para aquellos profesionales que hicieron de la medicina: su hogar, su recurso ordinario, su proyecto político, su razón de vivir y continúan formándose para ser una esperanza real de vida. Ese es el camino recorrido de un gran Señor, un gran Médico, un hombre impoluto dueño de un gracejo particular que lo convirtió en amigo, maestro y hombre público reconocido a nivel local y nacional. Por ello, a un gran Señor… un gran Honor; el Dr. Ramón Aguirre Castillo ha sido esto y mucho más. El gran William Osler decía: […] “El buen médico trata la enfermedad; el gran médico trata al paciente que tiene la enfermedad.” […] Este pensamiento hizo trascender en el Doctor Aguirre, el lado más humano que aflora en su consulta diaria, en su gran talante de profesional y en la pasión que aflora desde su corazón… por acercar un hálito de paz, esperanza y amor.
El Doctor Aguirre a lo largo de su vida profesional se convirtió en escultor de su propio protocolo, que tiene tres pilares fundamentales: conocimiento, honorabilidad y solidaridad; tres principios básicos del área de la salud humana; además, de la voluntad y la disciplina por ser cada día más médico, pero más humano y amigo de sus pacientes; cualidades que lo han distinguido a lo largo de esta dilatada trayectoria de vida; pues para él la medicina es más que una profesión… es una misión de amor y una filosofía de vida. Dice Marc Levy: […] “La ciencia y la medicina se ocupan del cuerpo, mientras la filosofía trata de la mente y del alma, tan necesarias para un médico como la comida y el aire.” […] En su diario caminar siempre han estado presentes cada uno de estos valores, muy difíciles de alcanzar y emular; por ello la Sociedad de Rinología, la Academia Ecuatoriana de Otorrinolaringología, la Sociedad Ecuatoriana de Otorrinolaringología y Broncoesofagología entregarán un merecido reconocimiento a su trayectoria profesional; nos adherimos a este homenaje y le deseamos por siempre: …buen viento …y buena mar.
Lenin Paladines Salvador
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