A lo malo, bueno… 

Como es obvio, los tiempos cambian. Segundo a segundo, algo muere, algo nace; algo se queda, algo avanza.

Lamentablemente muchos de esos cambios vienen afectando la escala de valores humanos, al punto que algunas cosas que antes se calificaban como perniciosas, hoy ganan el título opuesto de beneficiosas.

Por ejemplo, antes el ejercer disciplina sobre los hijos o alumnos, era norma en su formación. Hoy es causal para que los hijos demanden a los padres, y los estudiantes a los maestros.

Antes, aquél que no aceptaba un soborno era visto como persona honesta, íntegra. Hoy se la considera ilusa, nada visionaria.

Hoy no importa si algún político que ha mostrado su “debilidad” para atracar los fondos del estado, participa como candidato, pues igual se lo respalda bajo el triste argumento de: “no importa que robe, con tal que haga obras para el pueblo”.

Hoy por hoy matar una mascota se considera un delito, pero quitar la vida a un bebé en el vientre de la madre, se exige como un derecho.

Hoy se lucha para que se legalice la pervertida relación sexual entre un adulto y un menor de edad, definida cándidamente como “sexo intergeneracional con consentimiento”.

Y todo aquél que se pronuncie en contra, se hará acreedor a títulos honoríficos que van desde: fóbico, religioso, o fanático, hasta: fundamentalista, nazi o retrógrado.

Creemos que, en nombre del sentido común, deberíamos darle un vistazo a nuestra actual pirámide de valores. Y si reconocemos que se está invirtiendo, pedir a Dios: sabiduría, valentía e integridad para repudiar en voz alta y negarnos a toda aquella oscuridad que nos promocionan como luz; o todo aquello malo que nos venden como bueno.

No por algo la S. Escritura menciona que “hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte.”

(Provb. 14:12)

 William Brayanes 

wbrayanes@gmail.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *