Vida de a perro

Me quedé en “blanco” luego de observar en las redes sociales un hecho patético como la denominada “Caminata de cachorros 2025” efectuada en Bélgica. Algo que no era precisamente un desfile de canes, sino de hombres y mujeres que dicen auto percibirse perros, quienes, con disfraz incluido, e imitando ladridos, marchaban por las calles en busca de reconocimiento ciudadano.

¿Hecho aislado? … No. Pues a diario las redes siguen mostrando testimonios de esa locura colectiva de hombres y mujeres que aseveran ser un animal atrapado en un cuerpo humano, tomando para sí la denominación de personas trans-especie, y que en varios países como Canadá -por citar uno- tienen reconocimiento legal.  Esto significa que allá cada quien puede autopercibirse lo que a bien tengan, desde gusano hasta dragón; desde lagartija hasta extraterrestre.

Y claro, parecería que ése es un problema íntimo de cada quien, que no tendría por qué afectarnos al resto. Sin embargo, por efectos de la denominada globalización, ideologías como ésa, se hallan abriéndose espacio en nuestros países, mediante un adoctrinamiento que sutilmente se imparte en las aulas de la educación pública, dirigido obviamente a los más vulnerables: niños y adolescentes, fáciles presa de rendirse a todo aquello que las redes definen como tendencia. Mientras que quienes, apegados al sentido común opinemos en contra de aquello, seríamos censurados, demandados y etiquetados como:  arcaicos y retrógrados, fascistas y odiadores. Casi nada.

Cosas del postmodernismo:  individuos soberbios que, despreciando su identidad humana dada por el Creador, deciden verse como animales -en este caso un perro- a lo mejor sin mayor meta que la de aprender a ladrar correctamente, y/o atrapar un pedazo de pan que alguien, creyéndose inclusivo, les arroje por los aires.

El salmista siendo rey reconoció humildemente: “Señor Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre”. (Salmo 139:13).

William Brayanes

wbrayanes@gmail.com

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