Muy pocas personas en esta ciudad saben el nombre de los barrios periféricos, o la ubicación de las zonas de expansión urbana, algo que es bastante preocupante pues a raíz de estos sesgos surgen problemáticas urbanas bastante complejas. Veámoslo más allá del mero concepto de centralización urbana, término que no es conocido pero que es fácil de reconocer pues describe una ciudad donde los servicios se concentran en un área determinada, fenómeno evidente en esta ciudad y cuyas políticas públicas convergen para el desarrollo fácil y sin trabas de este concepto. En este punto se puede pensar en múltiples problemas que esto puede ocasionar, ya sea en términos de movilidad, al necesitar un alza de rutas definidas y rezagando otras. Alza de precios en vivienda llegando a ocasionar una burbuja inmobiliaria. Problemas de seguridad, acceso a servicios básicos, servicios de salud, entre algunos otros.
Vemos entonces como que pese a ser una ciudad demográficamente pequeña, la percepción de las distancias para las personas se distorsiona, se maximiza.
No queda más que tomar acción temprana en términos teóricos y propositivos, que vengan desde las calles hacia el cabildo. Las zonas periféricas deberán ser primeramente reconocidas, valoradas y priorizadas, pues demandan infraestructura proveniente del sector público, pero también desde lo privado. Abramos entonces vías de conexión, en sentido metafórico y literario, vías entre estos estratos urbanos, entre estos barrios y su gente.
Que la vida progrese de forma orgánica entre sus habitantes, que estos sean usuarios activos de nuevos parques, nuevos supermercados y se creen subculturas urbanas que enriquezcan la diversidad y el aporte de Loja al mundo, siendo nuevamente relevantes a nivel local y nacional, reconocidos por el orden, la calidad de vida y la innovación.
Darío Xavier Alejandro Ruiz
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