Un buen líder es un continuo aprendiz

En la burocracia e institucionalidad ecuatoriana, se observan dos aristas de manejo y gestión que son antípodas la una de la otra.

En un primer caso, hemos observado como la gran mayoría de empresas privadas son dirigidas por verdaderos líderes que se preocupan por el adelanto de la institución a la que representan, en donde es fundamental motivar al empleado y tener una relación armoniosa con el cliente y/o usuario, ya que resulta beneficioso para el progreso empresarial. Esta situación se presenta porque la persona que llega a dirigir o gerenciar, regularmente ha superado un verdadero proceso de selección por méritos. Robin Benincasa decía: “Tú no inspiras a tus equipos mostrándoles lo grandioso que eres, tú los inspiras enseñándoles lo grandiosos que son ellos”.

Por el contrario, y salvo respetables excepciones, están las personas que llegan a cargos generalmente públicos por simple amistad, compadrazgo o por devolver favores; el problema medular surge cuando estas personas están encargadas de tomar decisiones, en donde se involucra presupuesto del Estado, ya que sin conocimiento, preparación o experiencia esos recursos serán mal invertidos.

Ecuador necesita, tanto en lo público como en lo privado, verdaderos líderes que, con humildad, preparación continua y con elevado sentido de servicio público, tomen fuertemente las riendas de la institucionalidad, generen un cambio radical, recuperen la confianza de las personas en lo público y promuevan el desarrollo de cada territorio.

Benjamín Ludeña Guamán

benjamin.ludena@gmail.com