Hay personas que no se van, solo cambian de lugar. Así fue Vicente Rodrigo Andrade Rojas, un hombre cuya vida sencilla y laboriosa se volvió símbolo de entrega y amor por su tierra. Cuando partió aquel 5 de noviembre, Amaluza se cubrió de nubes como si el cielo mismo quisiera acompañar su despedida. Pero más que tristeza, su partida dejó una estela de gratitud: la de un pueblo que reconoce en él a uno de sus hijos más nobles y trabajadores, alguien que supo convertir la cotidianidad en ejemplo y la fe en fuerza de vida.
Desde niño comprendió el valor del esfuerzo. Se formó en el Centro La Salle, donde las letras se mezclaron con los sueños de un futuro prometedor, cuyo espíritu visionario lo llevó a convertirse en pionero del comercio local: fue el primer distribuidor de gas licuado en Espíndola y en comunidades del vecino Perú, llevando calor y bienestar a los hogares más apartados al mando de su primera adquisición, aquella camioneta azul Toyota Stout, la primera en llegar a la ciudad de Amaluza adquirida por un espindolense, desafiando caminos imposibles con la misma constancia con que él enfrentaba la vida.
Rodrigo Andrade, más que un comerciante; fue un servidor de su gente. Siempre tenía una palabra amable, un consejo oportuno o una mano dispuesta a ayudar. Su risa era bálsamo, su conversación una lección de sabiduría popular y junto de su esposa Digna Emérita Rojas Torres, edificó un hogar cimentado en el amor, la fe y el trabajo de manera inclaudicable, su perseverancia y constancia fueron sus aliados de toda la vida.
Hoy, cuando las campanas de Amaluza suenan en su memoria, el eco de su voz aún acompaña las madrugadas del pueblo. En cada amanecer, en el rumor del río o en el trinar de las aves, hay algo de su espíritu que permanece, habitando entre su gente, convertido en aroma de gratitud, en recuerdo compartido y en guía silenciosa para quienes aún creen que el trabajo y la bondad son las formas más puras de servir a la vida y a la tierra que nos vio nacer.
Sybel Ontaneda Andrade
sybelontanedandrade@gmail.com