Los caudillos se disfrazan de líderes para alcanzar el poder total de una nación, diferenciándose de las dictaduras del siglo XIX porque llegan con el voto popular, a través de dádivas y otras figuras paternalistas en favor de sus subordinados incluidos sus partidarios; dice Maquiavelo: […] “El mal se hace todo junto y el bien se administra poco a poco.” […] Y calza perfectamente a la realidad de nuestra patria, el daño irrogado a los ecuatorianos lo hicieron en conjunto… adueñándose de todas las instituciones del Estado.
En Ecuador, el caudillo se mostró como protector y benefactor de los habitantes del país; y estos, legitimaron su actuar otorgándole un respaldo a su proyecto dominador. Para materializar esta narrativa, regularizó los grupos narcodelictivos y devolvió favores de campaña abriendo las fronteras al libre tráfico de estupefacientes. No obstante, su fatuidad y sus aires de grandeza, obligaron al caudillo a sucumbir a sus ambiciones y bajas pasiones. El caudillo, que en su momento podía gozar de una amplia legitimidad en los círculos políticamente poderosos, pasa a ser la cabeza de un aparato político y mafioso cuyo mejor argumento de defensa es la procuración del poder para salvar al pueblo que él lo condenó a la quiebra. Con absoluta propiedad dice Bukowsky: […] “La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que… en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes”. […]
En sentido político, usemos el término «caudillaje» para aplicarlo a ese régimen que consistió en la personificación del autoritarismo, donde el que gobernaba actuaba con una ascendencia carismática moral extraordinaria sobre su gente: Su Caudillaje se presentó como una institución social plena de contenido ético; este personaje derrochaba control político y militar, mantenía auténtica totalidad del poder (..recuerden: el estado es Poder Ejecutivo; Poder Legislativo; Poder Judicial; Poder Electoral; Poder de Transparencia: y el Presidente (el caudillo) es el jefe de todas las funciones del estado).
Hoy, en el ocaso de su caudillismo, cada derrota electoral significa un suspiro de vida que se fue; o mejor aún, vale recordarle este pensamiento: …el hoy es el reflejo del ayer. El hombre muere tantas veces como pierde a cada uno de los suyos. Ergo, cada cual es arquitecto de su propio destino; para que esto se cumpla les deseamos: …buen viento …y buena mar.
Lenin Paladines Salvador
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