El precio de la mentira: el diésel y la traición al pueblo

Durante la campaña, Daniel Noboa prometió que no tocaría los subsidios al diésel ni al gas, asegurando que hacerlo sería un golpe a la economía popular. Sin embargo, apenas meses después, su gobierno decidió eliminar el subsidio al diésel para el sector automotor, elevando su precio de 1,80 a 2,80 dólares por galón. Esta decisión no es solo un cambio de política económica, es también una muestra de cómo el discurso político puede convertirse en un arma de manipulación, usada para ganar votos a costa de la esperanza de la gente. Desde una visión crítica, lo más grave no es únicamente la medida, sino la mentira. El engaño erosiona la confianza y profundiza la brecha entre los gobernantes y los gobernados. Un pueblo que escucha promesas y luego recibe imposiciones siente que sus necesidades han sido despreciadas y que su voz no importa en el diseño de las decisiones que afectan su vida cotidiana.

El ecuatoriano con espíritu crítico percibe en este giro una traición. Se siente defraudado, cansado de ser utilizado como moneda electoral. No se trata únicamente del alza de un combustible, se trata de la sensación de que los intereses de los de abajo siempre se sacrifican para sostener privilegios de unos pocos y exigencias de organismos internacionales. Las consecuencias son claras: el transporte subirá, los alimentos se encarecerán, y la vida cotidiana será más difícil para quienes menos tienen. Los agricultores que mueven sus productos, los pequeños comerciantes, los transportistas y las familias trabajadoras pagarán el costo de una decisión tomada sin diálogo y sin un plan real de compensación. La inflación golpeará más duro a los hogares de ingresos bajos, ampliando las desigualdades sociales. El gobierno debería recordar que gobernar no es administrar balances fiscales fríos, sino pensar en la gente que construye este país todos los días. Subir el diésel sin consultar ni preparar soluciones colectivas no solo afecta la economía, erosiona la democracia. Y cuando la política se basa en la mentira, el daño no es pasajero, es profundo, porque destruye la fe de un pueblo en su futuro.

Marco A. González N.

marcoantoniog31@hotmail.es

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