O menos tiempo. Este no es un debate respecto el postulado de Nietzsche de que el ser humano finalmente es libre de crear su moralidad pues se sabe terrenal, se sabe libre del creador y se mantiene como creador, no. En política, al menos, nunca lo matamos. En política lo buscamos cada 4 años o menos. La cultura mesiánica a la que se ve abocada Latinoamérica y en particular nuestro país, no nos permite ser libres de cualquier atadura de un dios. Pero este Dios es diferente. No me refiero al dios religioso, me refiero al dios político, o para ser más preciso al político Dios pero ¿quién es el político dios?
El político dios, es el que aparece cada 4 años y tiene todas las respuestas, tiene todas las verdades y tiene todos los caminos. No pregunta necesariamente, no sabe necesariamente lo que la gente se pregunta o lo que la ciudadanía necesita, pero tiene las contestaciones para dar calma y sostener esas necesidades. El político dios es aquel que abraza en campaña, vislumbra su luz para todos, se sabe perfecto, pues tiene el plan perfecto. No requiere de nada, ni nadie. Es omnipresente pues aparece en todo evento público dispuesto a la sonrisa mona lisa y al abrazo de campaña, ese abrazo con pose perfecta de foto. Es omnipotente porque todo lo puede, y lo que no puede lo adapta, por ejemplo, constituciones, instituciones y reglas para que se pueda. Es omnisapiente porque sabe la verdadera y única verdad, la absoluta, la incuestionable, la que no merece crítica, caso contrario es un Judas opositor. Ese es el político dios.
Ese político dios, es el que aún no podemos matar, ¿por qué? Porque no asumimos nuestro rol ciudadano, político, ni democrático.
¿Son de distintas ideologías? Sí, posiblemente, pero el actuar, el por qué están ahí es similar. Se trabajan a sí mismos, pero también trabajamos para ellos porque aún no los matamos. Cuidado muchos buscan a dios y nadie se busca a sí mismo.
Tal vez para en vez de buscarlo cada 4 años nos atrevamos a debatir cuestiones estructurales cómo la funcionalidad del modelo de gobierno, del modelo de estado. La necesidad de nuevos pactos sociales. El fallo de la democracia representativa. La imperiosa necesidad de que lo matemos al político dios para buscar nuevas formas donde la ciudadanía se involucre.
Pablo Ruiz Aguirre
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