Es necesario manifestar el TEMOR E INDIGNACIÓN que sentimos los ecuatorianos por la ineficiencia con la que se está manejando la crisis energética en nuestro país. La falta de una visión clara y responsable para enfrentar las deficiencias en la generación de energía ha desembocado en una situación crítica que nos afecta a todos.
Es inconcebible que se pretenda justificar los problemas de energía únicamente por la falta de lluvias, cuando claramente la raíz del problema es más profunda y estructural. Durante los últimos 10 años, los gobiernos de turno han dejado de invertir en la diversificación de las fuentes de generación de energía, confiando casi exclusivamente en la generación hidroeléctrica, sin explorar con seriedad alternativas como la energía solar, eólica o geotérmica, todas ellas con un gran potencial en Ecuador.
La falta de visión y planificación en este sector se evidencia en los constantes cortes de energía que han afectado a múltiples regiones del país. Según datos oficiales, en los últimos cinco años hemos presenciado un incremento alarmante en la cantidad y duración de estos cortes. En 2020, por ejemplo, se registraron más de 50 días con interrupciones en el servicio eléctrico en varias provincias, mientras que en 2021 la cifra aumentó, afectando gravemente a la industria, producción, turismo y en general a las actividades diarias de todos nosotros los ciudadanos. La situación ha seguido empeorando en 2022 y 2023, demostrando la incapacidad del gobierno para anticiparse y mitigar esta problemática. En el 2024 ya vemos con temor sentirnos expuestos, desprotegidos y sin un futuro claro.
No se puede aceptar la falta de comprensión ante un problema tan grave, y surge la legítima interrogante de qué estamos haciendo, tanto a nivel individual como colectivo, para proteger los recursos hídricos, cuando parece que en este país se sigue considerando a la hidroeléctrica como la única fuente de energía.
Es imperativo que el gobierno deje de buscar excusas y asuma la responsabilidad que le corresponde. Se necesita un plan energético a largo plazo que incluya una inversión sostenida en energías renovables y en infraestructura, para evitar que situaciones como las actuales se repitan en el futuro.
Sonia Lorena Gonzaga V.
loregonzaga@gmail.com
La casi exclusiva dependencia de la generación hidroeléctrica, con excepción de algunas inversiones en energía eólica, hace que nuestro país sea vulnerable al cambio climático y a la variabilidad hídrica, sumado con la muy limitada capacidad de almacenamiento de energía.
Se conoce que muchos países siguen invirtiendo en energías renovables como la solar, eólica, mareomotriz, biomasa y geotérmica, que mejorarían la seguridad energética. Ecuador debería invertir en estas fuentes renovables y alternativas, pero también en eficiencia hidro-energética para procurar un suministro sostenible y más estable a largo plazo.
Exactamente apreciado Holger. Lastimosamente tenemos gobiernos que no han sabido comprender la dinámica del país ni mucho menos del planeta. Esa falta de conocimiento y «responsabilidad social» es la que tiene sumido al país en las tinieblas literalmente