Loja es considerada como una de las ciudades fiesteras del país, comienza en agosto y termina en enero del siguiente año. A propósito, estamos próximos a otra fiesta, pero de carácter cívico, el aniversario 477 de la fundación de Loja, con un referente acuñado en la historia que se lo repite desde la escuela por generaciones y sobre todo cada 8 de diciembre “el nombre de Loja a esta ciudad se debe a que su fundador Alonso de Mercadillo fue natural de Loja de España”.
Pero existen dudas y controversias sobre el origen lojeño de Alonso de Mercadillo. Los historiadores españoles (lojeños) Rafael del Rosal Pauli y Fernando Derquí del Rosal, afirman que los Mercadillo no eran de Loja. Mientras que don Cesareo Fernández Duro en su “Colección bibliográfica de noticias referentes a la provincia de Zamora” asegura que Alonso de Mercadillo era natural de la ciudad española de Zamora, “hombre oscuro y de más puños que cabeza”.
Este asunto histórico que no se ha aclarado por desinterés o falta de talante cultural ya lo hicimos público años atrás, sin embargo, hoy con intencionalidad lo replicamos a propósito de los 477 años de fundación de Loja, para que alguien se interese, si el tema no tiene importancia que siga en el olvido. Al fin y al cabo, qué nos importa el origen de Mercadillo, debe preocuparnos el lugar donde nos dejó ubicados, en “el último rincón del mundo”, para ser tan olvidados, curtidos de abandono y soledad gubernamental, viviendo solo con el esfuerzo diario de su gente.
Que nos tocó un fundador de “más puños que cabeza” tal vez eso justifica nuestras esperanzas golpeadas y la dificultad para pensar en el futuro de Loja, actuando con decisión, coraje y no seguir trotando dentro de nuestro delirio de avanzar y progresar.
A propósito de los 477 años de la fundación de Loja, que los celebremos con alegría cívica, una práctica que la necesitamos para ver flamear la bandera lojana en toda la ciudad, sabiendo que los símbolos patrios son un recurso que atrae nuevas esperanzas, infunden entusiasmo y levanta el alma, porque allí está nuestro destino e identidad.
Adolfo Coronel Illescas