Estamos en el mes de noviembre que ya es como diciembre con el décimo que se va a pagar dos días antes de la Consulta Popular y Referéndum 2025, cuyas preguntas por el reciente feriado grandote, no han podido ser conocidas y analizadas por un gran sector de electores para garantizar buenas respuestas en las urnas, notándose como percepción una agitación del ánimo o inquietud por el resultado electoral y el destino del voto ciudadano y el resultado electoral del domingo 16, que está “aquisito”.
Por eso las organizaciones políticas y sociales calificadas por el Consejo Nacional Electoral (CNE) están en estos últimos días en el apuro y ajetreo de difundir su mensaje de campaña, junto a la invitación para que el elector concurra a esta cita democrática con interés y entusiasmo a responder las 4 preguntas, con reflexión y responsabilidad por el sí, el no, blanco o nulo, sabiendo que va a depositar su fe en esta papeleta, consciente además de que el país todavía nos importa.
Y debe importarle aún más al grupo etario conocido como los mileniales, cuya edad oscila entre los 16 y 35 años y representa más del 43% del padrón electoral a nivel nacional. A pesar de las ofertas políticas que todas coinciden en un cambio del desbarajuste por el que atraviesa el Ecuador, la presencia y el voto joven es necesario hoy más que nunca. Los pueblos se construyen a partir de la esperanza y la esperanza es la juventud.
Existen horas y momentos en que los ideales de un pueblo deben ser consultados, expuestos, dialogados, exigidos y atendidos. Es posible que una consulta popular pueda servirnos de puente para procurar avanzar hacia el futuro, involucrándonos más allá de nombres, personas o ideologías, eligiendo con esperanza las opciones que considere justas.
Cerca de 14 millones de electores están habilitados para ir a las urnas el 16 de noviembre. Acudamos abrazando la responsabilidad de ayudar a pensar en soluciones, haciendo de nuestro voto luz para limpiar el error que nos está haciendo vivir otra realidad.
Adolfo Coronel Illescas