Planeta desarrollo

Es políticamente correcto hoy hablar de “desarrollo” e incluso de “desarrollo sostenible”. Prácticamente en todos los ámbitos académicos, administrativos, empresariales y demás, se escucha hablar de desarrollo sostenible. Es más, la ONU adoptó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para “poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que para el 2030 todas las personas disfruten de paz y prosperidad.” Sería iluso estar en contra de los utópicos ODS; mas, sin embargo, hay un problema grave, que el supuesto “desarrollo” es ilimitado y quien ya lo alcanzó desea ir más allá, como el saltador de altura que cuando superado un listón, reemplaza por otro más alto y a su vez inalcanzable, siempre citius, fortius, altius, más lejos, más fuerte, más alto; incluso se da con el listón en la cabeza cuando no logra superarlo. Tentación del desarrollo infinito con el cual yo mismo me expulso del jardín del Edén y con el cual es destrozado el “planeta desarrollo”. Cuando al mexicano Carlos Slim le preguntaron si está dispuesto a disminuir las tarifas telefónicas, que son las más caras, respondió que a él solo le interesa ser el hombre más rico del mundo, punto.  Ante este desarrollo insostenible (que no sostenible) en la práctica, bregado por el 90% de la población mundial con comportamientos tramposos (solo para mí, tipo Slim) y rencorosos (para mí y máximo mi familia), que no permitirá alcanzar los ODS, nos queda abogar por un “decrecimiento sostenible” utoprofético (que no simplemente utópico) llevado a cabo con optimismo trágico como lo propuso Viktor Frankl. Para esto debemos modificar nuestro comportamiento hacia un comportamiento amoroso (como el restante 10% de la población): compartir nuestros excedentes con los necesitados, practicar la grandiosa carencia de necesidades (poco es lo que necesito y lo poco que necesito, que poco lo necesito), cambiar nuestro estilo de vida escalando a la cúspide de la pirámide de valores y necesidades, combatir el delirio del falso “desarrollo” que propone el capitalismo, dar esperanza a los desesperanzados y desesperados… Para esto hay que actuar como lo hizo San Benito, “ora et labora”, sembrando vides y cantando salmos. 

Jorge Benítez Hurtado

jabenitezxx@utpl.edu.ec