No merece la pena, definitivamente, pasar por la vida sin ser tú mismo, sin saber dónde vas o estar siempre pendiente de la opinión de los demás.
No merece la pena perder horas pensando si esto que vas a hacer puede ser malinterpretado por la persona a la que quieres agradar y entonces no lo haces por miedo a sus represalias y que pierda la buena impresión que tiene de ti. Hazlo y punto.
No merece la pena renunciar a lo que quieres conseguir por esperar algo que puede que sí o puede que no ocurra, que quizás sea bueno, pero si no se da es por algo. Actúa y disfruta de lo conseguido.
No merece la pena callarse las dudas por miedo a decirlas y parecer tonto. Es mucho mejor parecer tonto y aprender que parecer muy inteligente y ser un ignorante. Pregunta siempre.
No merece la pena estar siempre pendiente de quien no te valora, no está pendiente de ti o simplemente ya no eres importante en su vida. Valórate, la única opinión que importa es la que tienes de ti mismo.
No merece la pena dudar absolutamente de todo, de cada cosa que haces, de cada cosa que dices, de cada decisión que tomes. No dudes, la duda inmoviliza y te impide progresar.
Pero sobre todo y, ante todo, nada de lo que decidas hacer en tu vida, el camino que decidas seguir para alcanzar tus objetivos ni la compañía que elijas para caminarlo, merecen tu alegría. Si no te hace feliz, cambia de camino.
Victoriano Suárez Álvarez
victorianobenigno@gmail.com