En un comentario anterior y tan pronto se posesionó como alcaldesa de Loja, Diana Guayanay, preguntábamos ¿Y ahora qué pasará? refiriéndonos a la solución del montón de necesidades y su priorización, empezando por el agua potable, la conectividad vial, barrios desatendidos, calles en mal estado, recomendando la organización de la movilidad vehicular en la ciudad, que es un desastre. Es decir, pensando en Loja como una ciudad planificada e inclusiva, porque sin planificación no es posible hablar de progreso.
Han transcurrido 60 días de gestión de la nueva alcaldesa, Diana Guayanay, y no ha pasado nada todavía. Es que enderezar el destino de Loja y procurar su prosperidad futura, no es tarea fácil. Pero sí responder con un buen comienzo a la pobreza de la obra municipal, pobreza que no solo se debe a la morosidad del Gobierno por la falta de transferencia de las rentas atrasadas, y como está acostumbrándose a las marchas espera que los alcaldes marchen a Quito a alzar la voz. Se debe también a la falta de una dinámica gestión económica integral, aprovechando el apoyo mayoritario del Cabildo, para conseguir el viraje de 180 grados que ofreció darle a su administración. Viraje que está resultando apretado.
Es necesario advertir que, a pesar del tiempo transcurrido, muy corto, por cierto, la crítica ciudadana, justa o injusta, está siendo veloz por falta de ejecutorias que las debe apurar, porque habiendo sido vicealcaldesa ya sabía de qué “pata cojeaba” el municipio, incluso llegó a decir que Loja vive una situación sanitaria “fatal, antihigiénica”, con una deficiente recolección de basura. Y… sigue igual.
No es conveniente caerle mal a la gente. La alcaldesa Guayanay debe decirle a la ciudadanía, por qué su propuesta activa no está en ruta y si la está que nos haga saber, para que no se acentúe la anticipada desconfianza de que no hay nada nuevo todavía en la alcaldía.
Adolfo Coronel Illescas