Pensar es fácil, decir lo que pensamos, más fácil todavía; cumplir lo que decimos, cuántas veces se torna muy complicado porque entre lo que se dice y lo que se hace hay un significativo trecho lleno de obstáculos, desde la falta de voluntad de los proponentes, hasta las dificultades propias que encontramos en el camino.
Nuestro país, en los actuales momentos, vive un clima de bastante incertidumbre, porque hay un evidente descontento de sectores populares, con las medidas asumidas por parte del régimen, como quitar el subsidio al diesel. Este fue el detonante que encendió el paro que ya va por su tercera semana; ahora, los reclamantes, han incrementado sus petitorios con el ánimo de incomodar al Gobierno, que han causado ya un muerto (una verdadera pena), muchos heridos y pérdidas millonarias en los sectores del trasporte y producción. Hemos visto autos y camiones incendiados, carreteras llenas de obstáculos, miles de litros de leche desparramados, el comercio trabajando con sus puertas a medio abrir y, sobre todo, gente enardecida e irreflexiva que, con palos, machetes, picas, bombas molotov, lanza cohetes, etc., van a la lucha contra la policía y militares que, a veces bien y a veces mal, tratan de contener la furia de los manifestantes; nos preguntamos; es realmente esto lucha de los pueblos por sus reivindicaciones o, son sus cabecillas; Vargas e Iza que, sin estar al frente, atizan el caos y destrucción.
Volviendo al pensamiento inicial, la verdad es que, las propuestas que se enuncian con la boca llenita de palabras, sobre trabajar y luchar por el bienestar de la patria, han quedado en simples enunciados: quizá el gobierno no esté cumpliendo, como el pueblo quisiera en temas tan sensibles como la salud, la educación, el trabajo, etc., con testimonios muy evidentes; pero, también por parte de la oposición, solo se escuchan cantos de sirena por doquier, hablando de lo maravilloso que debiera ser nuestro Ecuador, pero no hacen nada para lograrlo, cuanto más si ya pasaron por el Gobierno y sus secuelas negativas todos estamos viviendo.
El común de los ciudadanos, desde diversos ángulos, mira angustiado como la patria se destruye y espera que la armonía y comprensión retomen sus cauces normales.
Darío Granda Astudillo
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