El restablecimiento de la paz se encuentra en crisis, en un mundo donde los grandes conflictos que captan la atención internacional no cesan. La guerra entre Hamás e Isael escaló considerablemente con el involucramiento directo de Irán en las hostilidades, con el lanzamiento de más de 300 proyectiles entre drones y misiles a territorio israelí. El ataque no causó víctimas mortales, ni mayores daños a la infraestructura de Israel gracias a la interceptación del 99% de los proyectiles por su defensa aérea y el apoyo de sus aliados regionales y occidentales. Con la implicación de Irán de manera directa en el conflicto, en teoría, se abre un abanico de tensiones con sus aliados más radicales en la región, como Hezbolá, los Hutíes, entre otros, y el riesgo de que el conflicto escale a nivel regional. Sin embargo, analizando la dimensión del ataque por parte de Irán, también podríamos asumir que, por el cálculo y precisión de este, así como por la respuesta israelí, el incidente podría interpretarse, por ahora, como una medida de disuasión o amenaza entre ambas naciones.
Por otro lado, esta semana la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó un paquete de ayudas a Ucrania por un monto de 61.000 millones de dólares. Tras algunos meses de bloqueo en el congreso norteamericano. Con esta ayuda militar y económica, Ucrania intensificará su conflicto con Rusia, exacerbando la tensión geopolítica. Este paquete de ayudas de la primera potencia mundial corresponde a suministros y sistemas de defensa, productos, servicios y operaciones militares. Reino Unido y otros Estados europeos también gestionan importantes ayudas para Ucrania.
La guerra en el mundo continúa intensificándose, las grandes potencias se implican cada vez más en los conflictos, alejando cada vez más la posibilidad del restablecimiento de la anhelada paz. En un contexto global convulsionado, indolente y violento, esa paz ya no parece ser una prioridad.
Santiago Pérez Samaniego
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