Es cierto que estamos llenos de contradicciones y cambios constantes, por lo que nos cuesta más ser consistentes en nuestras acciones, si no entendemos quiénes somos realmente, cuáles son nuestros valores fundamentales y qué principios queremos que guíen nuestras vidas; por lo que una buena alternativa es sostenernos en virtudes valiosas aunque escasas y paradójicas como es la coherencia, que no significa ser inflexible, sino mantener una línea consistente entre lo que pensamos, decimos y hacemos, para reflejar armonía en cada aspecto de nuestra existencia.
No es fácil vivir coherentemente requiere valentía, puesto que resulta fácil adaptarse a las expectativas de otros o cambiar de opinión según las circunstancias o cuando eso nos conviene; sin embargo, mantener nuestros principios incluso cuando es incómodo o desafiante, demuestra la fortaleza de carácter que pocos poseen; al ser coherentes se prefiere la incomodidad temporal de mantenerse fiel a sí mismos, antes que la tranquilidad aparente de la inconsistencia, generando credibilidad en quienes nos rodean, siendo auténticos y consistentes nos librándonos de la carga mental de recordar las diferentes versiones de nosotros que escondemos y nos damos la oportunidad de enfocar nuestra energía en lo que realmente importa.
Si lo ponemos más claro, la coherencia es un acto de respeto hacia uno mismo y hacia los demás, en tiempos en los que la autenticidad no está de moda; elegirla es elegir una vida con propósito, dignidad y paz¸ la coherencia es tu mejor carta de presentación.
Talía Guerrero Aguirre
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