Nostalgia, melancolía y tristeza envuelven el corazón de los lojanos cada 1 de noviembre, cuando la venerada imagen de la Virgen del Cisne emprende su regreso a su morada, tras iluminar durante 74 días la Catedral de Loja con bella compañía. En su despedida deja un aire de añoranza, pero también una promesa latente en el alma. Mañana, miles de devotos se congregarán en el centro de la ciudad, levantando sus voces en un coro de amor y gratitud.
Recordemos que la madre de Dios, en su advocación de la Virgen del Cisne, hizo su entrada gloriosa a Loja el pasado 20 de agosto, en medio de algarabía y colorido. Una marea humana de feligreses acompañó su llegada, no solo oriundos de Loja y sus alrededores, sino también devotos provenientes del Azuay, otras provincias del Ecuador e incluso desde la vecina República del Perú, quienes, atraídos por su inmensa fe hacia la querida «Churonita, asisten anualmente.
El retorno de la sagrada imagen comenzará mañana viernes, en su primer tramo hacia Catamayo, siguiendo la antigua vía. Antes del viaje, desde las 06:00, se celebrará una misa campal en los alrededores de la Catedral de Loja, presidida por el Obispo de la Diócesis, Monseñor Walter Heras Segarra. Un imponente operativo de seguridad, coordinado por las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, la Cruz Roja, la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos, el Ministerio de Salud y grupos de voluntarios, garantizará el desarrollo pacífico de la caminata.
Se despide la «Churonita», pero deja entre nosotros la huella viva de su fe, confianza, ternura y protección. Su infinita misericordia y amor maternal, impregnados en nuestros corazones, se convierten en un bálsamo que renueva el afecto y la gratitud en cada plegaria y oración. Ese amor resiliente será la fuerza que nos impulsará a sortear los desafíos de esta travesía terrestre, donde su presencia espiritual nos guiará como una luz constante en medio de la incertidumbre.
Sybel Ontaneda Andrade