Con el auge del narcotráfico internacional -particularmente- en Colombia y México, el periodismo de esos países, a inicios de la última década del siglo pasado, acuñó el término “narcopolítica”; el cual se difundió rápidamente inclusive en el ámbito científico, pues hoy se lo utiliza para describir la complicidad entre el personal político, especialmente aquel relacionado de forma directa con los gobiernos locales y nacionales y las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de narcóticos que, en nuestro país, la narcopolítica es un asunto enclavado hasta la médula del convivir nacional.
Los casos metástasis, plaga, purga, entre otros; dejan al descubierto esta relación narcos, políticos y corrupción. A primera vista podríamos decir que el verbo rector sería “corrupción”; sin embargo, en la práctica, se evidencia que el motor de esta trama de delincuencia transnacional es el narcotráfico, utilizando la contratación pública para operar el lavado de activos; y, coptar las instituciones de control para generar impunidad. Decía Rómulo Calvo: […] “No aceptamos jamás la narcopolítica, que como en Colombia llevó a Pablo Escobar al parlamento.” […] Lamentablemente en Ecuador, ya permitimos que eso suceda y tenemos narcogenerales, narcopolíticos, narcomagistrados de justicia y algunos otros narcos más.
El problema en nuestro país no se circunscribe únicamente a la exportación de la droga a Europa y EE. UU. Nuestro problema es mayor porque se han consolidado mafias políticas que coptaron todas las funciones del Estado; el término mafias políticas sustenta nuestros asertos: las «mafias políticas» se refieren a la estructura de poder donde organizaciones criminales o grupos delictivos se infiltran o controlan instituciones gubernamentales, utilizando la influencia política para sus propios fines ilegales. Esto puede implicar la corrupción de funcionarios, el soborno, la extorsión, el control de sectores económicos clave y la manipulación de procesos electorales. Jhon Le Carre se preguntaba: […] “¿cuál es la diferencia, me pregunto yo, entre un país que encierra en la cárcel a unas cuantas personas de más y un país que deja en libertad a sus gángsters?” […]
Por ello, como el crimen es transnacional, no sorprende que los recaderos de las mafias que operan desde otros países (léase: México, Venezuela, Bélgica) pidan la intervención de organismos internacionales, para salvar a los mafiosos que han sido sancionados por la justicia ecuatoriana. Para que esto no prospere y triunfe la justicia les deseamos: …buen viento …y buena mar.
Lenin Paladines Salvador
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