El hombre en busca de sentido

Me urgía volver a leer aquel libro que me conmovió por su crudeza al describir la vida de los prisioneros en los campos de Auschwitz, narrada por uno de ellos y que sufrió en carne propia el tratamiento horripilante de quienes debían cuidarlos.

Pero más quería recordar el espíritu de las palabras tan precisas y profundas en su significado. Quería respirar el aire pleno de vida y de sabiduría que desborda su lectura. Quería recordarme a mí mismo mis debilidades y flaquezas en el paso de transeúnte por este peregrinaje terrenal.

Sabía ya, desde luego, que se trataba de una lectura en donde se puede ver con clara desnudez la capacidad del ser humano de hacer las cosas más sublimes, así como las atrocidades más grandes. Así que el volver a leerlo me situaba en un ambiente como de un santuario.

Viktor Frankl fue un psiquiatra judío que vivió en Viena en tiempos del nacismo. Se procuró una visa para Estados Unidos, pero la dejó pasar para estar con su padre y poder cuidarlo. En esa situación fue aprehendido y enviado a las barracas de la muerte.

Quiero en este artículo solamente exponer unas pocas ideas sacadas de su libro El Hombre en busca de sentido.

“El hombre puede conservar un reducto de libertad espiritual, de independencia mental, incluso en aquellos crueles estados de tensión psíquica y de indigencia física”.

“…al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino”

“El valor no reside en el sufrimiento en sí, sino en la actitud frente al sufrimiento, en nuestra actitud para soportar ese sufrimiento”.

Y termino con una expresión que recorre todo su libro: “la salvación del hombre solo es posible en el amor y a través del amor”.

Carlos Enrique Correa Jaramillo

cecorrea4@gmail.com