Dilemas

Con la posesión del nuevo gobierno, parece que los oídos desarrollaron su capacidad sensorial, que si se tratase de una competencia diríamos que vuela igual que la imaginación. Al punto de vaticinar quienes ocuparían cargos burocráticos. La censura sobre su ideología, familia, meritocracia no se hace esperar. No importa la privacidad que desee mantener el aludido.

Escuchaba en un medio de comunicación local, entrevistas formulada a flamantes funcionarios, a los que previamente se les investigaba su hoja de vida, sometiendo a criterio de la audiencia, si merece o no, desempeñar el cargo. Sin profundizar sobre este hecho, la exigida acumulación de títulos, merece un análisis por parte de nuestros gobernantes.

Somos conscientes de que la meritocracia juega un papel fundamental en el servicio público, ya que abaliza conocimientos, más no experiencia, vital en el mismo. Pero también merece análisis los problemas que acarrea; uno de ellos, las oportunidades de la misma (ventajas educativas y culturales), ya que no son iguales para todos. Entonces, visto de esta forma, ¿Estaremos en capacidad moral de exigir títulos universitarios (onerosos)? cuando la mayoría de la población no los tiene, cuando el acceso universitario es restringido, cuando la situación económica y geográfica (urbano-rural) no conserva igualdad.

Es prioridad ante este dilema, alimentar la economía, el bien común y la dignidad del trabajo.

Yadira Torres

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