El epílogo del proceso eliminatorio de Ecuador, con cara al Mundial 2026, ha sido, simplemente espectacular: triunfo sobre Argentina, la selección dueña del título, jugando en el llano, como les gusta a los gauchos que no debieron sufrir por la altura, pero sí por la superioridad futbolística de Ecuador que se despachó un gran partido, a pesar de que al árbitro colombiano Wilman Roldán, en varias decisiones, le pesó la camiseta albiceleste en desmedro de la tricolor, aunque los argentinos, malos perdedores, insinuaron que la derrota fue consecuencia de fallos errados del central en su contra. La expulsión de Otamendi por falta sobre Valencia cuando ya se encaminaba a fusilar a Martínez, acertada. La sanción para el penal, acertadísima, pero debió expulsar al agresor. En la expulsión de Caicedo aplicó la malhadada ley de la compensación, pues, su falta fue mínima comparada con las múltiples acciones antideportivas de los argentinos que quisieron ganar a la brava. En síntesis, una victoria que cierra con broche de oro unas eliminatorias, en las que se evidencia que Ecuador tiene buen fútbol y que va a dar mucho de qué hablar en el Mundial del próximo año.
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro pues, una campaña con 8 triunfos, 8 empates y 2 derrotas en 18 compromisos, para 29 puntos (32 de no ser por la sanción que pesa por lo de Byron Castillo) denota cierto equilibrio en los resultados, aunque el número de empates de por sí hablan de una preocupante carencia ofensiva, pues anotó apenas 15 goles en todo el proceso, siendo su fuerte el medio campo y sector pasivo que trabajaron para que su defensa sea la más sólida de América, con apenas 5 goles en contra.
El entrenador Beccacece, que para mi gusto no debe continuar, debe seleccionar a los delanteros más idóneos, que sí los hay en el país, para que, en el lapso de 9 meses, lleguen expeditos en anotar goles (y no esperar solo de Enner) y formen un equipo que vaya a Norteamérica a cumplir con excelencia: no deben ir solo de paseo sino a bañarse de gloria. Ya es hora de ser protagonistas.
Darío Granda Astudillo
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