Cliché

En la Política la comunicación es el pilar fundamental para sostener cualquier idea, discurso o debate; por ello es necesario que el lenguaje sea bastante claro y conciso; es decir, éste deberá estar cargado de lo que conocemos como retórica; entendiendo a este como el arte de bien decir las cosas, o de dar al lenguaje escrito y/o hablado la eficacia necesaria para deleitar, persuadir y convencer.

En la práctica, ésta premisa que se ha posicionado como norma “sine qua non”, ha conllevado la vulneración de otros principios básicos de la retórica, aún más inexcusables que solamente el discurso encantador, y estos son la sinceridad, la realidad y sobre todo la veracidad.

Y nos encontramos con discursos cargados de palabras, pero vacíos de contenido, que explotan contra personas e ideales con la contundencia de una guillotina, pero con premisas más endebles que una pluma, y que se vuelven populares por la magia de la IA, los troles, y un algoritmo de Hashtag.

Esto es un cliché, palabra del francés para referirse a una plancha de imprenta que puede reproducir múltiples copias de los textos o imágenes. Es decir, transcribir y repetir algo una y otra vez.

Y es así que los textos o discursos que hoy escuchamos a nuestros políticos vienen cargados de frases Clichés; que no es más que repetir conceptos polémicos, probablemente eclipsantes, pero en demasía reiterativos; y que paralelamente carecen de creatividad, de nula argumentación, ideas fuera de contexto y total falta de sinceridad. Ejemplos: Golpe de Estado, nuevo Ecuador, vieja política, estado de Guerra, etc.

Ahora, los políticos lo pueden decir y repetir, pues ahí radica la libertad de expresión; sin embargo, el daño es cuando el elector compra esos clichés, y los vuelve norma sine que non propia, para pensar, actuar, discutir y votar.

Jorge Ochoa Astudillo

jorge8astudillo@gmail.com

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