
A menudo nos vemos atrapados en un frenético pensamiento de expectativas temporales. La sociedad y la cultura nos imponen un cronograma predefinido para alcanzar ciertos hitos, como la carrera, la pareja, o la estabilidad financiera, antes de llegar a ciertas edades. Sin embargo, este «calendario del éxito» puede tener consecuencias perjudiciales para la percepción personal del progreso.
El cineasta Guillermo del Toro, compartió sabias palabras: «Ustedes los jóvenes están en la edad exacta de la desesperación. Yo nunca me sentí más acabado y viejo que a los veintitantos. Decía ‘ya me pasó la vida y no hice nada’. Pero estoy aquí para decirles que no: tienen mucho tiempo».
A los 20 años, muchos se sienten presionados a tener su carrera definida, su pareja ideal y sus finanzas en orden. Pero, ¿qué pasa si la vida tiene su propio ritmo? ¿Qué pasa si algunos de los mayores logros y descubrimientos personales llegan más allá de los límites impuestos por la sociedad?
La presión temporal a menudo lleva a la autocrítica desmedida. Aquellos que no han alcanzado ciertos hitos a los 30 pueden sentir que están rezagados o que han fracasado. Sin embargo, esta mentalidad puede ser engañosa y pasar por alto el hecho de que la vida es un viaje único y personal.
La realidad es que muchos logran hitos significativos más allá de los 30, incluso a los 50. Algunas de las contribuciones más notables a la sociedad y los logros personales más gratificantes pueden ocurrir después de lo que consideramos la «edad ideal». No se trata de retraso, sino de permitir que las experiencias, lecciones y pasiones se desarrollen de manera más natural y auténtica.
Lo más preciado sería aceptar que la vida no sigue un guion único y que cada uno tiene su propio camino para recorrer. Al liberarnos de las expectativas cronológicas, podemos enfocarnos en nuestros logros individuales, independientemente de cuándo ocurran.
Viviana Chuquimarca Carrión
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