A la hora de opinar…

La responsabilidad y compromiso ético de la profesión de comunicador social en el espacio deportivo conlleva el tratamiento holístico del tema motivo de reflexión y análisis, recurriendo para ello a los procedimientos del método científico y a una rigurosidad investigativa para arribar a conclusiones lo más aproximadas a la verdad. No existe verdad absoluta.

De manera particular, nuestro país y nuestra provincia, tienen una especial inclinación por el fútbol. Entonces, la opinión en cuanto a este y otros deportes y a sus actores y gestores, tiene que inscribirse teniendo amplios referentes sociales, culturales, económicos, sicológicos, técnicos, fisiológicos y cuántos más sean posibles, para tratar de englobar la realidad objetiva resultante de la conjunción de todos estos factores y elementos.

La opinión del periodista deportivo es asumida por la audiencia como un discurso asertivo, génesis de tendencias de opinión pública que podrían absolver o condenar a tal o cual actor, tal o cual cuestión.

Es imperativo que el análisis se inscriba en el contexto y no el sesgado y frío relato de los hechos, aislados completamente de la realidad objetiva.

Hacerlo fuera del escenario dialéctico, nuestra profesión se convertiría en una máquina que produce histeria colectiva. Pero claro, ¿cómo podría demandarse un discurso sobrio, ponderado, ecuánime, orientador, si quien provee de los elementos reflexivos posee escaso o nulo conocimiento de la sicología, incorrecto manejo del lenguaje, desconoce los cuerpos legales, y, no advierte los intereses económicos, los fines políticos que subyacen sobre esta actividad humana?

Esta tarea requiere de una sólida formación científica, técnica, tecnológica, humanística que en este ámbito no es ofertada por la academia ni en el tercer nivel, peor en el cuarto nivel. Pero la mayor deuda está en quienes tenemos el atrevimiento de asumir un papel que cumplimos con muchas falencias. Por eso, esta mea culpa.

José Íñiguez Cartagena