Aunque no existe registro alguno que indique la fecha exacta en la que nació Jesús, sin embargo, la tradición de la iglesia católica hace posible que el 24 de diciembre se celebre la Noche Buena y el 25 la Pascua de Navidad. Acontecimiento cristiano, motivador de ese sentimiento de unión, de paz, amor y solidaridad que cada ser humano posee y debe transmitir a los demás.
Es que la solidaridad es el valor de los valores que poco lo practicamos, siendo el eje principal que debe transformarse en una epidemia para preocuparnos y ocuparnos de la Navidad. Ocuparnos de borrar más de una tristeza, con una actitud amable, abierta, sincera que nos encadene con la esperanza. No hacerlo teniendo posibilidades denota indiferencia, egoísmo, codicia, mezquindad y renunciar la posibilidad de estar más cerca de Dios.
Es lamentable que este tradicional evento de fe cristiana se haya convertido en una fiebre mercantilista, cuya prioridad es complacer, comprar, gastar, comer y beber opíparamente, convirtiéndolo en una fecha costosa y estresante, en la que los mercaderes y negociantes aprovechan la ingenuidad de esta sociedad consumista que no le importa saber cuánto gasta en nombre de la Navidad.
Si bien este mito divino no debe ser el único momento de solidaridad, no es menos cierto que a esta fecha le debemos acentuar sin que se agoten las palabras, los actos y las acciones buenas, para arrancar una sonrisa, un rayo de luz en el rostro, que delate alegría, felicidad, aunque el mundo ande al revés.
Que la gente lojana “buena para todo y en especial para lo bueno” practique, en esta oportunidad, el mensaje cristiano para ponderar la solidaridad y la esperanza entre los pobres, los humildes aquellos que viven sumergidos en llanto y dolor con el pañuelo humedecido de la vida que el pobre lo lleva por dentro. Si así actuamos ¡Feliz Navidad!
Adolfo Coronel Illescas