Seguramente en más de una ocasión hemos escuchado hablar de la administración pública, pero, ¿sabemos realmente qué significa y cuál es su importancia para el desarrollo de la sociedad? Desde los orígenes de la humanidad, la necesidad de organizarse para distribuir recursos, establecer normas y gestionar acciones fue el punto de partida de la administración pública. A lo largo de la historia, la forma de administrar los recursos ha sido un eje fundamental del progreso social y económico. Con la Revolución Francesa de 1789 surgieron los Estados modernos y una nueva organización político-administrativa basada en la democracia, entonces la administración pública dejó de ser un instrumento monárquico para convertirse en expresión de la voluntad del pueblo. Más tarde, la industrialización trajo consigo grandes urbes y nuevas demandas: servicios básicos, infraestructura, educación y salud, que exigieron una gestión estatal más eficiente.
En la década de 1970 surge la Nueva Administración Pública (NAP) en países como Reino Unido y Estados Unidos, esto como respuesta al burocratismo y la ineficiencia del Estado tradicional. Esta corriente incorpora metodologías del sector privado, promoviendo la gestión por resultados, la descentralización, el gobierno digital y la participación ciudadana. Con ello, la ciudadanía adquiere un papel protagónico en el control y la creación de políticas públicas.
En la actualidad, la administración pública combina tradición y modernidad, apoyada en la tecnología y la transparencia. De la Paz Sosa (2017) la define como la aplicación de técnicas de planeación, organización, dirección y control de los recursos estatales. Desde una perspectiva personal, puede dividirse en dos dimensiones: una técnica, que gestiona los recursos del Estado, y otra normativa, que orienta el ejercicio del poder para satisfacer las necesidades colectivas y fortalecer el desarrollo integral de la sociedad.
Cristian Alexander Pacheco
@cristianalexanderpv