Estamos viviendo una amplia temporada festiva que se inició el 8 de noviembre con el pregón de las festividades por los 205 años de independencia de Loja y concluirá el 8 de diciembre cuando recordemos los 477años de la fundación española de la Inmaculada Concepción de Loja. Un ingrediente especial, en estas celebraciones, ha sido el X Festival Internacional de Artes Vivas Fiavl que concluyó ayer y que, con sus más profusas manifestaciones, ha entretenido a miles de lojanos.
Hasta aquí todo de maravilla; sin embargo, hay algo que, de un tiempo a esta parte, está llamando poderosamente la atención: diera la impresión que, ahora, los lojanos esperan con más expectativa el Fiavl que el recordatorio por la emancipación política de Loja. De otra manera no se justifica que, el 18 de noviembre, nuestro día grande, los balcones de casi todos los edificios públicos y privados lucieron vacíos, sin que el emblema patrio o la bandera de la ciudad hayan sido izados por sus habitantes, en un acto de amor a nuestra ciudad y de vivencia cívica; igual, resulta raro que ese día las escuelas tuvieron labores normales, al igual que otras instituciones.
Los símbolos patrios: bandera, escudo e himno nacional, nos representan y son motivo de orgullo para todos los ecuatorianos que, cuando los vemos o escuchamos, sentimos un calor especial en nuestro corazón que se colma de civismo. Nos preguntamos: se inculca esos valores cívicos en las instituciones educativas de los niveles primario y secundario, con la realización de los lunes cívicos, por ejemplo, o se ha perdido esa linda costumbre de iniciar la semana de actividades con un saludo a la patria.
Este miércoles 26 de noviembre se celebra el Día del Himno Nacional del Ecuador, escrito por Juan León Mera el año 1865. La música compuso Antonio Neumane. Al cumplirse el centenario de su composición, en 1965, el gobierno de ese entonces, declaró el 26 de noviembre como Día para honrar a nuestra canción patria. Este himno que cada vez que lo escuchamos, sus notas solemnes, apoteósicas, y a ratos hasta conmovedoras, hace que vibremos de emoción. Cantemos siempre con orgullo y escuchemos con veneración y respeto.
Darío Granda Astudillo
dargranda@gmail.com