Verdadero sentido de la Navidad

La fiesta de Navidad se celebra para recordar el nacimiento de Jesús, hace 2025 años; por lo tanto, es en esencia cristiana y católica. Esta celebración se instauró en el siglo IV (350 d.C.), parte del Papa Julio I, para alentar a los creyentes, en esos momentos duros que vivían, cuando eran perseguidos, torturados y llevados al Coliseo Romano para que sean devorados por los leones. Desde entonces se empezó a elaborar los nacimientos para recordar cada 25 de diciembre el nacimiento del divino Niño. Lo del árbol de Navidad (Alemania s. XVI) y de Papá Noel (Inglaterra s. XVI) son elementos que generan un ambiente de mayor colorido y alegría, sobre todo para los niños.

Sin dudas, la Navidad es la celebración más esperada del año, porque el nacimiento de Jesús revive valores distinguidos en el ser humano como humildad, bondad, amor, armonía, paz, etc., todo cuánto, de tenerlo, haría que los habitantes de nuestro planeta lleváramos una vida posiblemente feliz. Lamentablemente, la situación no es así: en primer lugar, existe una desigualdad socioeconómica que espanta, con grupos de nivel medio y alto para quienes, la Navidad, será todo lujos y ampulosas cenas, sus hijos recibirán regalos de alto valor. Al otro lado de la vereda están los pobres para quienes, la Navidad, encierra episodios de mucha tristeza y dolor porque, su cena, si la hay, será el pan duro de todos los días, amasado con sudor y lágrimas en trabajos mal remunerados en unos casos y, en otros, algún dinero conseguido de tanto deambular por las calles, ofreciendo algún producto que pudiese venderse.

En eso ha convertido la sociedad actual a la Navidad, en una celebración que regocija por su contenido espiritual, pero que genera profundos resentimientos por las desigualdades, pues, son pocas las personas que, muchas veces, sin disponer de posibilidades ni riquezas, tienen su corazón de oro y saben practicar, con verdadero sentido cristiano, el valor de la solidaridad, llegando con algún presente a hogares en los que, la pobreza, se ha ensañado con sus habitantes. Otros, teniendo en demasía, solo buscan el disfrute personal y el de su familia.

Que el Niño de Belén, inunde de amor y paz nuestro corazón. Feliz Navidad.

Darío Granda Astudillo

dargranda@gmail.com

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