Por más televisión educativa

Desde el inicio de la Covid-19 se viven cambios en los procesos y modelos educativos, las autoridades del ramo procuran mecanismos que permitan mantener los aprendizajes, evitar deserciones y formar integralmente competencias en niños y adolescentes.

Se ha cuestionado que la cobertura de internet y los costos de acceso sean barreras para vincular a docentes y estudiantes, así mismo se recurrió a los medios de comunicación tradicionales, radio y televisión, para proyectar la enseñanza.

El servicio universal, la gratuidad, el lenguaje y la proximidad hacen que la televisión mantenga altas cuotas de audiencia. Frente a los fenómenos de noticias falsas, escasos tiempos para diálogos a través de los teléfonos celulares, emergentes narrativas audiovisuales y el surgimiento de “influencers” la televisión es el espacio confiable, la que traduce los mundos virtuales y llega a todas las edades, además mantiene prácticas deontológicas y cumple con las regulaciones estipuladas en la ley de comunicación.

Existen antecedentes recientes de la televisión educativa en el país relacionados con los medios públicos, lamentablemente estos contenidos disminuyeron con la crisis económica, pero en pandemia los recursos han vuelto lo que no significa que sea responsabilidad exclusiva de los medios estatales ya que en esencia el potencial de instrucción también está en las emisiones privadas y comunitarias.

El año 2022 inicia con la incertidumbre sobre el regreso a las aulas por las variantes del virus, el mantenimiento de modelos híbridos y la urgencia por acrecentar los promedios académicos, en este contexto vale revisar las prácticas de televisión educativa y el cumplimiento de la función pedagógica del medio audiovisual líder, probablemente hay aún formatos por descubrir para alfabetizar críticamente a las audiencias.

Abel Suing

abelsuing@gmail.com