El elevado número de aspirantes a los puestos de la administración pública se puede catalogar como un ejercicio saludable dentro del marco de la democracia en el Ecuador.
En la ciudad de Loja, por ejemplo, se presume alrededor de 14 precandidatos a la alcaldía y de 8 a la prefectura para las seccionales del 2023. Pero, ¿realmente significa salud democrática para las seccionales? ¿es saludable para los votantes? O simplemente, ¿el granel de candidatos cierra las puertas a nuevos perfiles políticos y perpetúan los cacicazgos en las localidades?
En las seccionales del 2004, por ejemplo, hubo un total de 6 candidatos para la alcaldía. En el 2009 se inscribieron 6. En las seccionales del 2014 se presentaron también 6 candidatos a la alcaldía de Loja y en el 2019 existieron 9 candidatos a la alcaldía y 8 a la prefectura.
En estos cuatro procesos democráticos la dispersión de votos tuvo un patrón de 6 candidatos a la alcaldía, favoreciendo a los caciques tradicionales de la política local. Aquellos que han sido muy cuestionados y han gobernado los últimos 40 años en Loja.
Los datos nos pondrían a pensar en resultados sombríos para los lojanos. Sin embargo, las reglas del juego electoral han cambiado. Los aspirantes aún no realizan sus primarias o peor aún, inscriben sus candidaturas. Esto, puede augurar una leve esperanza de que la participación política se resuma en pocos aspirantes y elegir entre los más honestos.
Entonces, ¿a quién beneficia este exceso de candidaturas? Será que los lojanos, no es que no aprendemos del pasado, sino que, nuestra sociedad se configura sobre los cimientos del conservadurismo político, donde las aristocracias locales deciden que solo las pequeñas burguesías deben seguir gobernando Loja.
Asumamos el reto para colocar el contrapeso político que nuestra sociedad necesita.
J. Eduardo Reyes Torres
jreyestorres36@gmail.com