La ciudad de Loja está próxima a conmemorar los 201 años de emancipación del régimen colonial, gesta libertaria que encontraría su rúbrica final, más tarde, en la gloriosa Batalla de Pichincha, al sellar el 24 de mayo de 1822, la libertad definitiva de nuestra Patria. La historia recoge los nombres de José María Peña, Nicolás García, Manuel Zambrano, Ramón Pinto, José Picoita, entre otros, quienes encabezaron ese movimiento independentista del que surgió ese ensordecedor grito de rebeldía.
Lo cierto es que son más de dos siglos de aquella gesta histórica y Loja pese a las adversidades y marginación del poder central, sigue altiva, indomable y clara en su propósito de avanzar con base al trabajo de sus hijos.
Es evidente que la independencia política de España no implicó el liberarse de otras ataduras y taras que han impedido, en mayor o menor grado, el desarrollo de Loja. Ahí está, por ejemplo, el grave problema derivado del centralismo que lo condiciona casi todo. Tenemos desde la capital a burócratas que, a control remoto, ‘planifican’ y deciden la suerte de los pueblos pertenecientes a las provincias llamadas satélites. El resultado de ello, la profundización de la desigualdad económica y social.
Así, podemos mirar, verbigracia, los maltratos que debemos soportar los lojanos hasta para apostillar o legalizar sencillos documentos a cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana. Ahora debemos esperar, a falta de una Oficina Técnica que fue cerrada el 14 de febrero de 2020, la buena voluntad de algún funcionario de la provincia de El Oro, para que disponga que una brigada móvil, se traslade a esta ciudad y atienda a desesperados usuarios en sus demandas, no sin antes ser humillados al tener que hacer largas colas y agradecer por el ‘servicio’ recibido.
Sin duda, hay mucho por transitar, pero es claro que Loja, con su espíritu rebelde, camina firme labrando su propio destino.
Giovanni Carrión Cevallos
@giovannicarrion