Constante Torres: un hombre que sanó, cantó y jugó con el corazón

En la memoria de Amaluza permanece intacta la huella de don Constante Torres Cruz, quien partió hace apenas tres días a sus 88 años, dejando un legado que trasciende generaciones. Sin estudios formales de medicina, fue un sanador empírico que con sus manos y su bondad alivió dolores y asistió a madres en partos. Su espíritu pionero lo llevó a fundar la primera farmacia del pueblo, la recordada Farmacia Espíndola, que no solo expendía medicinas, sino que ofrecía confianza, diagnósticos certeros y consejos que muchos aún agradecen.

Pero la vida de don Constante no se limitó a la medicina. En su juventud abrazó la música y, con su inseparable guitarra, supo inspirar emociones profundas en cada acorde. Junto a Raúl Calle y Carlos Cordero integró un trío que quedó en la memoria de los espindolenses como una voz del alma popular, capaz de transformar las noches en serenatas y los encuentros en momentos de fraternidad.

Su vocación de servicio también lo llevó a la esfera pública. De manera breve, pero con entrega, ocupó una concejalía en el Municipio de Espíndola, siempre con la intención de aportar al desarrollo de su tierra. Y como si fuera poco, también fue un destacado deportista: amante del ecuavóley, se ganó un lugar en las canchas, donde su destreza y espíritu competitivo animaron tardes enteras de deporte comunitario.

Hoy, Amaluza despide no solo a un hombre, sino a un símbolo de entrega múltiple. Sanador, músico, político y deportista, don Constante Torres Cruz encarna la esencia del hombre de pueblo que sirvió con sencillez y grandeza. Su nombre queda escrito en la memoria de quienes lo conocieron, como guardián de la salud, trovador de la guitarra, servidor de su gente y compañero del deporte. Un ejemplo eterno que no se apaga.

Sybel Ontaneda Andrade

sybelontanedandrade@gmail.com

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