Carrión y Espejo

Desde hace treinta años se otorga en el país el premio nacional “Eugenio Espejo”. Se busca reconocer la trayectoria de quienes han hecho aportes relevantes a la cultura y a la ciencia en el país.  Obtener este premio supone la consagración para aquellas vidas que se han dedicado de lleno a las lides culturales o a las tareas científicas. Desde este punto de vista, la postulación de Carlos Carrión, nuestro gran novelista, resulta ser de plena justicia. Sin duda quien ha dedicado largos años al ejercicio de la literatura, con una producción abundante y de grandes méritos merece ser homenajeado. Carrión, sin embargo, aúna a los trabajos literarios una solvencia académica avalada por sus estudios doctorales y sus largos años de docencia universitaria. De esta forma si sus trabajos literarios son merecedores de cualquier galardón, también son muy importantes sus esfuerzos docentes para abrir la puerta de la literatura a muchas generaciones de estudiantes entre los cuales no pocos han seguido la huella del maestro en la poesía, en el cuento y aún en la propia novela.

En este sentido la vida de Carlos Carrión tiene analogías interesantes con la vida de Eugenio Espejo. El precursor también dedicó su vida a la enseñanza y a la difusión de la cultura. Buscó, además, renovar las tendencias literarias de su tiempo. Utilizó, tal como lo hace Carrión, las armas del humor y de la ironía en sus textos y se preocupó, sobre todo, de reivindicar la importancia de las formas y los modos de vida de sus contemporáneos, encontrando cuanto tienen de valioso y perenne los andares y las vicisitudes de las personas comunes. Espejo y Carrión han buscado, en definitiva, destilar la esencia de su tiempo y ofrecerla en forma de libros que sobreviven el rigor de los años.

Carlos García Torres

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