En estos días se llevan a cabo los procesos de elecciones primarias en las organizaciones políticas para definir los candidatos que participarán en las elecciones de 2023. En estas primarias ya se observa el famoso «cambio de camiseta» donde candidatos que tenían (¿tendrán?) una ideología de izquierda ahora es de derecha y viceversa; antes conservadores, ahora progresistas. Las paupérrimas ideologías que profesan los candidatos me recuerdan a la pintoresca ideología del «poliamor» que sostiene que las parejas no resistirían genéticamente más de cuatro años con la misma persona. Lo cierto es que estos actos de «camisetazos» de los candidatos demuestran que son personas superficiales, que necesitan cambiar más, ni su estabilidad emocional ni su madurez les permiten ir más lejos; cuanto mayor es la superficialidad tanto mayor es la promiscuidad ideológica. Frente a esto el filósofo danés Kierkegaard escribió un tratado sobre «La repetición», veía en la repetición un camino hacia la maduración perfectiva contra la vulgaridad ideológica autocéntrica de políticos narcisistas. En la vulgaridad política que vivimos si dices algo que es verdadero y bien conocido, serás bien recibido por los conservadores; si dices algo que es falso pero nuevo, serás bien recibido por los progresistas; si dices algo que es verdadero y nuevo, serás rechazado por ambos. ¿Qué hacer ante esto? En el libro «Esperando a Godot», el autor S. Beckett presenta a dos vagabundos que esperan sentados en vano a un tal Godot, pero un muchacho les dice que Godot no vendrá hoy, «pero mañana seguro que sí»; sin embargo, Godot nunca llega. Hay personas que siguen esperando a Godot sentadas (es decir, a los candidatos y sus ideologemas que solucionen las necesidades), en lugar de esperar a San Benito que se despertaba temprano para cantar salmos y sembrar vides (ora et labora).
Jorge Benítez Hurtado