“Exponía el rey de Brobdingnag como opinión suya, que aquel que consiga que crezcan dos mazorcas de maíz o dos briznas de hierba donde antes solo crecía una, merece lo mejor para sí y hace más servicio a su país que todos los políticos juntos”, Jonathan Swift (Los viajes de Gulliver).
Hago mención a esta frase introductoria del libro “Transgénicos sin miedo” del científico español J.M. Mulet, como un reconocimiento a su opinión bastante ilustrada respecto a lo que él considera uno de los inventos que más impacto han tenido en nuestra civilización: la agricultura. El autor considera que todo lo que actualmente somos se lo debemos a la agricultura.
Mulet va más allá; considera que, entre todas las cosas útiles que el hombre ha desarrollado, la agricultura es, sin duda, la más importante de todas, ya que si la humanidad, desde hace 3 mil años, no hubiese buscado una forma de garantizar el suministro permanente de alimentos y descargar esa responsabilidad en un segmento de la sociedad, los agricultores y ganaderos, encargados de mantener llenos de alimentos a los mercados y supermercados, nosotros aún tendríamos que estar caminando durante horas por los cerros y las lomas buscando qué comer.
La agricultura y la ganadería han permitido que el resto de la sociedad se dé el lujo de dedicar su valioso tiempo a desarrollar otras actividades distintas a las de conseguir comida. Es por eso que se pudo desarrollar la ciencia, el arte y la tecnología
Finalmente, el libro de Mulet destaca la figura de Norman Borlaug, padre de la revolución verde y de la agricultura moderna. Mulet menciona que «posiblemente, más gente esté viva gracias a este ingeniero agrónomo y genetista que al inventor de la penicilina, Sir Alexander Fleming», quien también sabía de cosas útiles.
Fredy Cueva Castillo