NO

En Ecuador es imposible aburrirse mientras se acrecienta el pesimismo lúcido. Todos los días se suma una viñeta más a la historieta que han montado. Con un costo altísimo, claro está. Frente a ello, aquí nuestra razón suficiente para decir NO al referéndum y consulta popular del 16 de noviembre próximo.

En la pregunta UNO, es evidente que se nos consultará si queremos ceder parte de nuestra soberanía y permitir la expansión norteamericana, con base en esa fascinación melosa por los Estados Unidos. Puro eufemismo otra cosa. La historia, tan aleccionadora como es, ya nos advierte sobre esa gran falacia de lucha contra la inseguridad, el terrorismo y el narcotráfico. Ahí está la nocividad del Plan Colombia o cuando, durante la Guerra Fría, el objetivo disfrazado era detener el “avance del comunismo”. Desde entonces, el objetivo solo ha cambiado a nivel teórico, semántico y discursivo, pero no así el fin práctico de intervencionismo. Y la democracia ecuatoriana, dominada por intereses oligárquicos, burgueses y proimperialistas, como ya lo advertía Agustín Cueva, se maravilla al hacerle el juego. Por eso será que la obsecuencia de Noboa me recuerda a la de Febres-Cordero con Reagan y el plan Baker.

Ahí están, también, las bases de Guantánamo, Filipinas, Hawái, Guam, etc., y cuya realidad Luzzani lo expone en «Territorios vigilados». Y la ambición por la riqueza única de América Latina, expuesta en diversos estudios. De tal suerte que no existe evidencia de que las bases militares extranjeras sean determinantes en el control del narco-terrorismo y la delincuencia. Puro cuento. Peor si, remontándonos a Weber, recordamos que un Estado que funciona sí o sí ejerce el monopolio legítimo de la violencia.

En la pregunta DOS, no se consultará si nos parece bien que el Estado deje de asignar recursos a las organizaciones políticas. Eso suena bello, tentador, justiciero. Acaso como un Adonis. No obstante, la realidad es que dirigirá los destinos nacionales el que más dinero inyecte. Pero, sobre todo, que los tentáculos de las economías delictivas y las empresas electoreras acapararán aún más el financiamiento de las campañas electorales, cuando el camino correcto es fortalecer los mecanismos de control y endurecer las sanciones… ¿Promover y respaldar la penetración a gran escala de la delincuencia en la política? Atroz. 

Continuaremos…

José Luis Íñiguez G.

joseluisigloja@hotmail.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *