Con profunda admiración y asombro observo como se realiza campaña en redes sociales por el sí, mirando a muchos jóvenes riendo al lado de una tumba en donde yace una lápida de la Constitución de Montecristi elaborada en 2008, incitando a votar positivamente por “el cambio”
Pero un sí, sin ton ni son. Donde el gobierno que vive de vocerías, noticias de moda, de comer de ollas nuevas, apoyo humanitario a trabajadoras del hogar, castas de lealtades y sin rostros ecuatorianos, en donde jamás se ha percibido una realidad a la ecuatoriana.
Un sí que más que un alivio suena a desesperanza, un sí lleno de NO. No a la educación gratuita, NO a los derechos laborales, NO derechos de las minorías, no derechos de la naturaleza. Una búsqueda por enterrar una Constitución “que no permites trabajar” pero que permitió sacar a la Policía Nacional y Fuerzas Armadas a las calles, para mantener la paz y el orden, mientras los peligros seguían pasando.
No nos han dicho que harán, menos como lo harán eso abre una brecha en donde el desarrollo no es planificado, sino personal en donde cada actividad que se realiza no tiene planteamiento ni estrategia, menos claridad de para qué sirve, ni en qué nos va a beneficiar.
La consulta y referéndum no es solo una votación que morirá ahí, debemos recordar que en caso de ser afirmativa la misma llamará a más procesos de votaciones, para que se cumplan los cambios por los que decidamos.
Estamos en un momento trascendental, de no defender lo indefendible; debemos defender lo real, lo que está a la vista de todos y todas, salud de calidad, seguridad, trabajo digno; son derechos conseguidos que no deben ser arrojados al agua porque el país más allá de los números, es un Ecuador de seres humanos, que deben analizar su país a futuro no solo por un momento.
Verónica Capelo N.
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