Cada día de paro en Ecuador tiene un costo que pocos ven, pero que todos sienten. El paro nacional convocado por la Conaie inició el 22 de septiembre de 2025, y desde entonces las paralizaciones han comenzado a frenar la economía nacional y a poner en riesgo los ingresos de miles de familias. Aunque el Ministerio de Economía aún no publica un balance oficial, fuentes confiables estiman pérdidas de aproximadamente USD 6 millones diarios por cierres de operaciones industriales y comerciales. La Cámara de Industrias y Producción reporta que, al día 13 del paro, las pérdidas superaban los USD 70 millones en ventas y gastos logísticos.
En provincias como Imbabura y Carchi, los bloqueos de vías y las restricciones al transporte agrícola interrumpieron cadenas productivas que antes abastecían mercados nacionales e internacionales. En el sector turístico, cada jornada de protesta representa entre USD 2 y 2,5 millones en pérdidas debido a cancelaciones y baja ocupación hotelera. Paralelamente, el riesgo país cerró el 22 de septiembre en 762 puntos básicos, reflejando el aumento de la incertidumbre económica.
Estas cifras no son meras estadísticas. Representan empresas que cierran, jornales que no se pagan y agricultores que no logran llevar sus productos al mercado. Los más golpeados son quienes dependen del trabajo diario: los ecuatorianos de bajos recursos que no pueden esperar a que la economía se reactive.
Hoy más que nunca, Ecuador necesita líderes que escuchen, que unan y que construyan soluciones sin recurrir al caos. Las calles vacías y los comercios cerrados no representan fuerza, sino pérdida. Cada día de paro pesa más sobre quienes menos tienen. La verdadera transformación nace del diálogo, la empatía y la unidad, no de la división.
Mayra García Calle
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