Hace poco mi hermano me lanzó un reto: “¿Por qué no escribes sobre vivir confuciano de día y taoísta de noche?”. Me vinieron más preguntas que ideas, así que empecé por lo básico: entender qué significa.
La frase es una metáfora del equilibrio ideal. Une dos filosofías clave de la antigua China y nos invita a combinarlas en la vida diaria.
Confuciano de día, el “día” simboliza el mundo exterior: sociedad, trabajo, relaciones. Ser “confuciano” es actuar con ética, respeto y disciplina; cumplir las obligaciones familiares y sociales; trabajar con dedicación y aportar a la armonía colectiva.
Taoísta de noche, la “noche” representa el mundo interior: vida privada, reflexión y descanso. Ser “taoísta” es fluir con la naturaleza de las cosas, soltar el control, aceptar lo que llega y buscar la paz del alma.
Para que la idea no quede solo en teoría, podemos traducirla en acciones concretas en los distintos roles que asumimos cada día.
En el día, el Confuciano: como padre: establece rutinas y valores, cumple promesas, guía con justicia y es ejemplo de integridad; como trabajador: cumple horarios y compromisos, respeta a colegas y clientes, mantiene ética y mejora continua; como estudiante: organiza el tiempo de estudio, participa, es constante, respeta a maestros y compañeros; como ciudadano: cumple la ley, paga impuestos, respeta normas, cuida espacios públicos y participa en la comunidad.
En la noche, el Taoísta: como padre: disfruta momentos simples con los hijos, permite aprender de errores, cultiva la gratitud y el afecto sin prisa; como trabajador: se desconecta de pendientes, practica actividades relajantes, reflexiona sin juicio sobre lo aprendido; como estudiante: suelta la obsesión por la perfección, descansa, deja espacio a la creatividad y reconoce avances; como ciudadano: evita la sobrecarga de noticias, practica gratitud por lo que sí funciona y apoya cambios desde la calma.
Un ser humano completo no puede vivir solo en una de estas filosofías. Necesitamos la disciplina y la responsabilidad de Confucio para prosperar, y la calma y espontaneidad del Tao para nutrir el espíritu. Mantener ambos polos nos permite actuar con integridad y, al mismo tiempo, encontrar paz interior.
Mauricio Azanza O.
maoshas@gmail.com