Se escuchan ya los próximos candidatos a la presidencia de la república y otras dignidades, más sorprendente que la mayoría de los nombres, es que los ecuatorianos, nos guste o no, no sabemos votar.
Nos dejamos seducir, por unos ojos bonitos, un empresario, un ex presidente, un banquero, un militar, un futbolista, una modelo, un cantante, etc., cuando lo que nos debería seducir, es una propuesta clara, concreta, real y ejecutable de cómo sacar al país adelante con equidad. Preferimos, algo que suene fácil, que no nos cueste, y mucho mejor si no estamos involucrados en ningún cambio importante en nuestros comportamientos habituales.
El problema no es que alguien sin experiencia o conocimiento se lance a una dignidad, el problema es que votamos por nombres, sin importar que lo que ofrezcan no sea real, o incluso, aunque no tengan nada que ofrecer.
Votar es como decidir a qué médico acudimos para que nos cure de una dolencia, incluso si asistimos al más capacitado; pero, no es el que en realidad necesitamos, no nos podrá curar. Es como si fuéramos donde un odontólogo, cuando nuestro problema fuera de visión, por más capacidad, muy difícilmente nos podrá sanar. Debemos entender que el problema actual del Ecuador, es grave, necesita de cirugía de corazón abierto, y no podemos dejar que cualquier “curandero” se encargue de tomar el control de la salud del país.
Nos dejamos seducir, por unos ojos bonitos, un empresario, un ex presidente, un banquero, un militar, un futbolista, una modelo, un cantante, etc., cuando lo que nos debería seducir, es una propuesta clara, concreta, real y ejecutable de cómo sacar al país adelante con equidad. Preferimos, algo que suene fácil, que no nos cueste, y mucho mejor si no estamos involucrados en ningún cambio importante en nuestros comportamientos habituales.
El problema no es que alguien sin experiencia o conocimiento se lance a una dignidad, el problema es que votamos por nombres, sin importar que lo que ofrezcan no sea real, o incluso, aunque no tengan nada que ofrecer.
Votar es como decidir a qué médico acudimos para que nos cure de una dolencia, incluso si asistimos al más capacitado; pero, no es el que en realidad necesitamos, no nos podrá curar. Es como si fuéramos donde un odontólogo, cuando nuestro problema fuera de visión, por más capacidad, muy difícilmente nos podrá sanar. Debemos entender que el problema actual del Ecuador, es grave, necesita de cirugía de corazón abierto, y no podemos dejar que cualquier “curandero” se encargue de tomar el control de la salud del país.