
Nos gusta escuchar falsas expectativas, pero no crudas realidades. Anhelamos las impactantes promesas, y no las acciones verdaderamente realizables. Así como un interesado pretendiente corteja a alguien con la intención de obtener su aprobación, también los presidenciables buscan cautivar a su elector. En ese proceso de atraer irresistiblemente a su electorado, las propuestas se convierten en el objeto de revisión. No basta escuchar el lenguaje empleado, la forma de las expresiones, sino su contenido. En esa tarea, la objetividad debe primar ante la subjetividad. No son las emociones, son las razones. No es suficiente concretar el destino, sino trazar el camino; y con ese me refiero a examinar las vías dibujadas o acciones planteadas y su correspondencia con las metas propuestas en los distintos escenarios que queremos respuestas ante las agobiantes necesidades. Por eso, no aplaudamos los ofrecimientos sin antes preguntarnos sobre los mecanismos que conducirán al cumplimiento de cualquier juramento.
Carlos Orellana Jimbo
ab.carlosorellana@hotmail.com