Se acaba el estado de excepción y para muchos, inconscientemente, es como si volviéramos a la normalidad que la dejamos guardada desde los primeros meses del año. Entiendo que no ha sido fácil adaptarse a las medidas de confinamiento. Nosotros, a diferencia de otros seres vivos, estamos acostumbrados a la libertad, a explorar el mundo, a transitarlo de aquí para allá. La reclusión no va con la norma establecida desde hace siglos por los humanos. El encierro, como lo señala Foucault, solo está destinado para los locos o para quienes han infringido alguna de las normas sociales. Además, constituye un castigo en el cual se pierde lo más valioso, la comunicación.
En nuestro caso el encierro no fue por demencia ni por haber cometido algún delito, fue por otra circunstancia. Por esa razón hago un llamado muy especial para no bajar la guardia, debemos seguir cuidándonos. El estado de excepción termina, pero el problema de la emergencia sanitaria sigue estando allí. No entremos en la locura, ni realicemos acciones subversivas contra nuestra salud. Veo en redes sociales a muchos ciudadanos con el deseo extremo de volver a realizar las actividades de antes. Por favor esperen un momento más, estiren unos cuantos centímetros la paciencia. La creatividad y el ingenio nos ayudarán a sobrellevar el tiempo que falta ¡Ya hemos nadado bastante, cuidado y nos ahogamos en la orilla!