El odio como instrumento político

En la actualidad resulta casi normal observar como a través de las redes sociales, el odio y las ofensas se han convertido en la temática que como ciudadanos profesamos al discernir sobre tendencias o preferencias políticas. Esto sin duda, demuestra lo frágil y manipulables que como ciudadanos somos, política e intelectualmente hablando.

Castells (2018) asevera que en el ámbito mundial han surgido líderes que se levantan predicando el odio, seguidos por masas enardecidas que desquitan sus frustraciones contra otros individuos. Odio que por lo general empieza en el hogar.

Resulta asombroso observar la serie de vituperios y vulgaridades con se expresa la población para defender su posición. Tan repugnante es el asunto, que en el transcurso del debate ¡Si se puede llamar debate! no se salva ni el perro. Son tan afanosos los contrincantes, que se las saben todas, hasta de quien es hija la abuela, de la madre mejor ni hablar y si eres casado mejor callar. Son unos verdaderos eruditos de la vulgaridad. Sin duda, fiel reflejo del nivel cultural en el que se desenvuelven.

Collado (2020) Doctor en psicología de la Universidad de Málaga, dice que el discurso de los líderes políticos es el reflejo de lo que se observa en la sociedad, si el discurso está lleno de odio, el resultado es una sociedad confrontada en base al odio y alejada de su realidad. Factor que le atribuye a la pérdida de influencia en los anclajes políticos y la capacidad de los populismos para configurar identidades y alteridades.

Si analizamos el asunto, Ecuador se enmarca en este contexto, el odio se ha tomado la sociedad, alentada por una clase política podrida, enferma y corrupta, para nada comprometida con los intereses del pueblo ecuatoriano.